viernes, 28 de septiembre de 2012

Tratamiento de esperanzas



“Yo también fui una pera blandita  golpeándose y machucándose en una bolsa de frutas duras  a la salida de la verdulería y a mí me hubiera gustado que una mano me sacara de ahí y me llevara con cuidado por el camino”
Me decías eso mientras caminábamos por Rosetti y le hacías una cunita a la pera.
Ahí entendí como se ejercía minuciosamente el pacto de -amar cuidar- que una vez dibujamos en el viento. Que el amor no es sólo globo en el aire, sino también, pies en el suelo, es que se elija lo real y que parezca de película, es la paradoja del dos en uno
sin dejar de ser uno shampoo y el otro crema enjuague.
Es mano en cunita  para pera machucada.
Es todo lo que nos costó estar en esa bolsa. Es construir  desde los escombros de los efímeros castillos de arena, monoambientes que, aunque sean chiquitos como una nuez,
estén en tierra firme.
Yo también fui esa pera, te digo mientras llegamos a la puerta y saco con una sola mano la llave del  bolso, porque con la otra me aferro a vos que sos mucho más casa.