Justo hoy,
dos abejas vinieron a suicidarse
en mi botella de limonada
Y otra vez yo, obnubilada,
veía como se desperdiciaban
dos aguijones, dos pares de alas
y algunos kilos de miel.
Espectadores presentes se habrán indignado,
¿ cómo dejar echar a perder toda esa limonada?
Y los espectadores ausentes,
quizás con la lógica que yo no tengo,
me hubiesen juzgado.
Confieso: mi mano no pudo hacer nada
para alejarlas de su muerte,
o de la de mi botella.
Cómo enojarme
con la cantidad de veces
que yo me caí de la cornisa
buscando ese más allá.
Tal vez este mundo es eso,
una gran botella y todos somos abejas,
y esa botella está dentro de una gran botella
y de abejas más grandes.
Como toda una filosofía
de mamushkas de botellas y de mundos.
Lástima que las mamushkas sean rusas
Y yo nunca me llevé muy bien con el frío.
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