El doctor dice que el sillón no
existe.
Pero aunque yo sepa que no tiene
ninguna correspondencia con la realidad,
lo creo.
Por aburrimiento, por ley de gravedad, por vicio.
Espectralmente me aferro a él.
Es el vidrio limpio que me choco distraída.
Lo creo tan fuerte
que hasta me da miedo
nunca volver a crear algo que ame tanto.
Amo odio la imperfección que invento.
Es tan mío ese sillón
que tiene tu nombre.
Seguro que es muy cómodo.
ResponderEliminarUn beso.
Y muy Tuyo.