martes, 27 de noviembre de 2012

Crisis es oportunidad




Que el fin del mundo nos salve
de la soja de Monsanto
de ser la oveja blanca
de los testigos de Jehová los domingos a las nueve de la mañana
de los testigos de cualquier cosa
que hablan como si fueran los protagonistas
de la enfermedad de la tele prendida de fondo
para no tocar fondo
de reproducir la escena de Tiempos Modernos
y ser autómatas yendo a un trabajo
de que no haya más canciones de Spinetta
más poemas de Cortázar
más obras de Peña.
Que el fin del mundo nos salve
de olvidarnos los cumpleaños
de olvidarnos lo importante
que no es más que vivir y dejar vivir.
Que el fin del mundo nos salve
de ver Titanic por sexta vez
un sábado a la tarde en canal trece
de leer a Bucay porque está en oferta
de ir a la verdulería y que no haya ninguna palta madura
de que todas las hamacas de la plaza estén ocupadas.
Que el fin del mundo nos resguarde
de todo lo que nos guardamos,
de subir al colectivo y ser el único que va parado
de posponer la felicidad como si fuera la alarma del despertador.
Que vengan los mayas, los aztecas, los incas
los griegos , los piratas, las sirenas
y que nos salven
de los que creen que todo es abstracto
de los que creen que todo es concreto
de los paraísos
de los cuerdos
de los impermeables
de los metrosexuales
de las metrosexuales
de los que creen que la femineidad
se mide en centímetros de taco.
Que venga el apocalipsis
y nos ponga contra un gran espejo
solitos con nuestra alma
hasta entender que el fin del mundo
está adentro nuestro
y no es más que ese amigo invisible
que se transforma en lo que nosotros queramos que sea.

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