domingo, 24 de julio de 2011

Piromanías


Y existen también
quienes habiendo echado luz sobre sus miedos
en un incendio,
prefieren luego
el cómodo calorcito de una estufa halógena.
Aunque en el fondo todos sepamos
que lo halógeno es radioactivo
y que a la larga
trae consecuencias inevitables,
el incendio es temeroso
por lo inmediato:
consume, mata,
y ya nada existe en la forma en que lo conocíamos.
Son esos mismos que prefieren
volver a guardar los miedos en el cajón
sin considerar que es como tratar de mantener
un resorte contenido en una caja.
Pero el tiempo se encarga de evidenciar
lo inevitable de las cosas,
y aunque más tarde que temprano
la cinta transportadora automática y tibia
que eligieron para su vida
tiene alguna falla
y se encuentran estancados,
mirando el humo de la chimenea
de la casa del vecino,
y quizás recién ahí
entienden por fin
que la única manera de salvarse de un incendio
es convirtiéndose en fuego.

Sh

Algunos árboles y yo
todavía no nos enteramos
que llego el otoño.
Tampoco nos enteramos
que hay que tomar un l-casei defensis
todas las  mañanas , para sobrevivir.
Que amar es un verbo
que se condiciona con género y número.
Que hay palabras que son malas.
Que falta de respeto es  decirle  hijo de puta
a un tipo que mata a otros tipos.
Que no se puede tomar mate con cualquiera
porque hay gripe
         gripe a
                     gripe aviar
                        y mucho ántrax dando vuelta.
Que Galileo pasó de moda
y ahora el planeta no gira alrededor del sol,
sino de un billete.
Que dios
con los impuestos que pagamos
por los pecados cometidos,
 se compró una quinta residencial
en el Vaticano.
Que para tirarse de un precipicio
se necesitan cantidad de sogas
 y cinturones de seguridad.
Que a las relaciones
se sale con chaleco anti-balas,
Que no se saluda al chofer
cuando se sube al colectivo.
Que a la gente, mientras más lejos, mejor.
Shhh
que algunos árboles y yo
todavía no nos civilizamos.

Condimento


El cuerpo guarda en un frasquito en algún lado
la felicidad que me diste los días pasados
para sobrellevar un domingo como este.
Lo destapo como si fuera un frasco de canela
lo giro con cuidado
lo miro
lo vuelco sobre la palma de la mano
lo contemplo largo rato
lo vuelvo a guardar
y lo cierro con nostalgia
pensando que ya fue suficiente.
Pero el tiempo es injusto.
No pasa media hora sin que quiera condimentar
cualquier cosa que haga
con los ecos de ese amor.

Fuera de servicio

“Los sentimientos no se manejan, lo que se maneja es un auto”
(Lic. Martín Perez Slane)


Ojalá el amor fuera un fitito
de esos fáciles de manejar
en donde no entren más
que dos personas
con una carga tolerable de equipaje.
Un fitito chiquito
de esos que se estacionan
en cualquier lado,
y que, aunque despacio,
siempre te llevan a donde tenés que ir.
Que aunque de vez en cuando
recaliente el motor
sabés que si le dejás un rato el capot levantado
para que enfríe,
la cosa vuelve a andar.
Un auténtico fitito
que casi ni se necesite registro para manejar.
 Un fitito
un transporte funcional.
Pero no,
el amor termina siendo un 60
que siempre viene lleno
y que te hace llegar tarde a todos lados.
El amor es un 60 al que te subís
y nunca hay espacio para sentarse
Y cuando vas así de incómodo
presionado entre dos o tres
ves pasar por al lado  un 60 vacío
que venía justo atrás.
o lo que es peor
ves pasar un fitito
con dos adentro que van fenómenos riéndose
con las ventanillas bajas
y todo el viento en la cara.
Mientras vos, enamorada
en pleno viaje
empezás a escuchar un ruido rarísimo
y se para el colectivo
te deja a mitad de camino,
y el chofer grita “ No va más”

Chino básico

A estas horas
y volando tan alto
ya deberías saber que:
No entiendo los pasacalles
que dicen “te queremos”
entre comillas.
Nunca sé distinguir
cuál es la canilla de agua fría
y cuál la de agua caliente
 No se dónde se esconden los cometas
que pasan una vez cada 300 millones de años.
Que no entiendo
la frase “fuma como un escuerzo”
ni la gente que dice
“tirando para no aflojar”
No entiendo
los pentagramas,
la equivalencia de los grados Fahrenheit,
los manuales de instrucciones,
los que escriben de tú,
ni cómo es posible susurrar en alemán,
Pero a estas horas ,
y volando tan alto,
sobretodo ya deberías  saber
que lo que menos entiendo
es a mí.