En tu espalda
viven miles de marineritos sedientos
que volvieron a puerto seguro.
Ellos saben de anclas, de amarras
de agua y esperas.
Yo ,en cambio, gaviota
la sobrevuelo mar insondable.
Hago treguas con ellos:
extiendo un rayo de sol
para que lo anuden
en el arcoiris de tus hombros
y puedan trepar hasta el cielo.
Yo,en esa costa desnuda
juego a ser Neptuno
provocando maremotos.
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