lunes, 20 de junio de 2011

Hubo un jazmín de estación que duro años.

                                                                                       A la Negri y sus dones del cielo.


Paso por la vereda de enfrente de un vivero. Desde ahí leo el cartel: “ se venden jazmines”
Ilusionada con la idea cruzo la calle corriendo, con el semáforo en mi contra y algunos automovilistas también.
Le hago caso a la puerta que dice “ empuje” y empujo
Entro al lugar con la felicidad de un chico al que le llenan las dos manos juntas de caramelos, con la felicidad de una máquina de escribir que lo ve a Cortázar acercándose, con la felicidad de una pelusa que la escoba no vio y queda escondida justo en la esquinita abajo  de la puerta.
-¿Dónde están? Le digo a la vendedora. Sin darle tiempo a que pregunte algo me acelero y con la única cara de esperanza que tengo le digo : -Los jazmines…¿Dónde están?
Y antes de tener que seguir con las explicaciones, ella entiende todo como caída del cielo, como quien sabe de vidas pasadas, como quien lee las manos y sabe qué Jazmín era el que estaba dibujado en las líneas de mis palmas.
Me mira los ojos que están tan abiertos y mojados como los aspersores de una cancha de golf un sábado a las siete de la tarde. Y sin decir nada, señala un rincón, un rinconcito.
Y la veo ahí, entre un Sauce llorón y un Paraíso.
Ahí, como si esperara exactamente ese segundo exacto en el que un cometa pasa por la tierra.  Toda la luz del lugar se hace un bollito sobre ella , tan planta .Todo sol la elige, la prefiere, la precisa.
Toda luz y todo bollito la necesitan para existir.
Ella extiende sus ramitas como buscando el sol y hace lo que hacen todos los jazmines: trepa trepa trepa y se pega a la piel
Lo único que puedo hacer es mirarla, dejarme desarmar por ella.
¿Qué otra cosa puede hacer la arena con el mar?
La miro todo lo que puedo y cuando algún tipo de comunicación de clorofila queda establecida entre nosotras, me voy.
Antes de irme miro a la vendedora que me sonríe sabiendo lo que voy a hacer.
Al salir doy vuelta el cartel.
Los jazmines ya no se venden.

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